EL COLOR Y SUS DIMENSIONES:
VALOR, TEMPERATURA, TONO, SATURACIÓN Y MATIZ
Vemos en colores. La vida y el mundo se nos
presentan como un interminable suceder de colores y formas.
Vemos la forma por contraste de color. Contraste
implica relación, y también diferencia. Cuando la relación entre dos colores es
tal que hace que percibamos dos formas diferentes, la relación es de contraste.
Cuando la relación entre dos colores es cercana, de
tal manera que no llegamos a ver dos firmas distintas, sino una con variedad de
grises o de matices, la relación es de pasaje.
Pero a su vez el color no es un concepto simple.
Está integrado por cinco variables o dimensiones. Estas dimensiones son: el
valor, la temperatura, el tono, la saturación y el matiz.
Cada una de estas dimensiones se define en términos
relativos. No hay valores claros o altos en un sentido absoluto; un valor es
alto cuando está en relación con otro que es más bajo u oscuro. No hay colores
cálidos y colores fríos en sí mismos. Un color es cálido en relación a otro que
es más frío. De aquí surge la frase del profesor Attila que nos desconcertaba a
sus alumnos: ”El rojo no es rojo”, decía. Nosotros, sus alumnos, nos
preguntábamos entonces, si no es rojo ¿qué es?. La respuesta, a la que
arribamos años más tarde y después de mucho trabajo, es que en una pintura, el
rojo puede ser cualquier color, siempre y cuando en la relación con los otros
colores se lea como rojo; puede ser un neutro, puede ser un naranja, un violeta
o simplemente un rojo. Depende de los colores que lo rodeen y que estén
presentes en el cuadro. Lo que esta frase está diciendo es que la
representación del rojo no necesariamente es un rojo salido del pomo.
Mediodía en L'Estaque, también llamado Montañas en Provenza, cerca de L'Estaque.
de Paul Cézanne.
de Paul Cézanne.
Estamos habituados a pensar en términos fijos, en
escalas de valores o en círculos cromáticos, cuando tanto en la naturaleza como
en una pintura siempre los términos están en relación recíproca.
Así, en los distintos círculos cromáticos elaborados
por físicos y científicos a través de la historia, sistemáticamente hay
divisiones entre los colores cálidos, en general ubicados a la izquierda,
colores fríos, a la derecha, valores altos en la mitad superior y bajos en la
inferior. Estos planteos pueden ser útiles como marcos de referencia, pero hay
que ponerlos entre paréntesis a la hora de pintar.
En un momento de mis estudios sobre color, frente al
paisaje, y después de hacer un boceto de valor y uno de temperatura con lápices
de tres colores diferentes, me preguntaba ¿qué es el amarillo? ¿qué tonos entran
en el amarillo sin que deje de ser amarillo?
Con esta pregunta pintaba, y fue una pregunta muy
útil, que me acompañó largo tiempo y que me ayudó a comenzar a ver por mí
misma. Más tarde, llegué a una respuesta; concluí que dentro del amarillo
entran casi todos los tonos, es decir casi todas las identidades de color,
siempre y cuando estén en el mismo valor que el amarillo. Esta respuesta fue
verdad para mi durante un tiempo, pero ya no lo es totalmente; hoy pienso que
el amarillo es lo que se ve amarillo, y eso depende de su relación con los
demás colores; que dentro del amarillo pueden convivir diferentes identidades
de tonos, a veces porque están en el mismo valor, es decir que traducidos a grises
no habría diferencia perceptible, o porque tienen menor intensidad de
saturación, o porque a pesar de tener contraste con el amarillo están en un
tamaño tan pequeño que a la distancia en que se ve la pintura entera no llegan
a “salirse” de la zona amarilla.
Como decíamos antes, cada una de las dimensiones del
color se organiza en zonas, es decir en partes, que se relacionan por su tamaño
y por su identidad de color en una totalidad a la que llamamos estructura.
Y lo que es muy importante, estas zonas tienen diferentes
tamaños relativos, lo que da la variedad en la unidad.
Estructura es una unidad total formada por partes
que se relacionan entre sí.
Si alguna de las partes no logra relacionarse, es decir, se va de relación, rompe
la estructura. Este hecho se puede ejemplificar con la idea de una escalera en la cual las distancias entre los escalones son equivalentes; la estructura se rompe si de pronto la distancia entre dos escalones es significativamente mayor o menor que entre los demás. Sería casi imposible subir o bajar esta escalera son tropezarse.
Volviendo al ejemplo de la pregunta sobre el amarillo,
es más difícil que dentro del amarillo entre un negro sin romper el tono, sin
romper la zona por contraste de valor y de tono; lo mismo pasaría con un azul o
un rojo en su valor, por el mismo motivo. Aunque también depende del grado de
saturación y del tamaño.
El jardín de la mimosa de Pierre Bonnard. Dentro de la zona amarilla hay muchos tonos, y sin embargo se sigue viendo como tono amarillo.
No hay reglas fijas; la idea es que las dimensiones
del color se comportan como los integrantes de una ronda; están entrelazados y
mantienen entre sí algún tipo de equilibrio; si tiramos de una de ellos, se nos vienen
todas, porque están en relación mutua.
De todo lo expresado anteriormente se puede leer y
concluir que el color se construye en el cuadro a través de relacionar sus
cinco dimensiones, en sus diferentes posibilidades de intensidad y de tamaño
relativo, ya sea que estemos frente a una pintura que respete el color local o
que se aleje de él, privilegiando algunas de las dimensiones o variables del
color, ya sea el valor, el tono, la temperatura o la saturación, creando en
cada caso un tipo de paleta claroscura, cromática, de tipo fauvista o cromática de tipo impresionista.
[parte 6/?]
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