El lenguaje de la pintura
Todo el arte visual está basado en el ver, en la
acción de ver. Vemos las formas por el contraste que tienen entre sí, y ese
contraste es de color. En fin, vemos en colores. Y al ver, establecemos
relaciones entre las formas y los colores; los comparamos. Así decimos: esta
silla es más grande que esta taza; ese almohadón es más claro que esta manzana,
ese barco está más lejos que este velero, esa flor está más inclinada que esta
otra, mi lápiz es azul, mientras que el tuyo es verde. Son relaciones de
tamaño, de valor, de tono, relaciones espaciales y de dirección. No son las
únicas, y volveremos a hablar de ellas más adelante.
Los elementos de la materia visual son el color y la forma y las relaciones que se establecen entre ellos
cuando vemos. Los colores y las formas son, de alguna manera, equivalentes a
las letras de un abecedario; las relaciones entre ellos son equivalentes a las
frases, los párrafos en el lenguaje escrito. Sin embargo, el lenguaje visual no
es equivalente al lenguaje hablado. No funciona de la misma manera. Los signos,
es decir los colores y las formas, tienen una gran amplitud de significados, y
son interpretados de manera diferente por las personas. Hay pluralidad de
códigos. Por supuesto, lo mismo puede decirse respecto del lenguaje hablado o
escrito, ya que una palabra, por
ejemplo, la palabra silla, remite en cada individuo a una silla en particular, y
aunque la silla imaginada sea diferente para unos y otros, siempre se entiende
que la palabra silla se refiere a un mueble que sirve para sentarse.
En cambio, en el caso del lenguaje visual, la
evocación de significados producidos por formas y colores es mucho más amplia e
impredecible,
Sin embargo, debido a que la materia visual se organiza en estructuras de
relaciones, relaciones de diferencia, de oposición y de semejanza, así como a la
reiteración de estas estructuras, es que podemos hablar de un tipo de lenguaje, el
lenguaje visual.
El arte es siempre un lenguaje. Contiene un
lenguaje, se organiza y existe con la forma de un lenguaje. No hay arte sin
lenguaje, pero el arte, como dijimos antes, no es solamente un lenguaje. Y
sobre esto volveremos también más adelante.
Concepto de pintura
El lenguaje de la pintura: forma y color
Podemos comenzar por la definición de pintura de
Maurice Denis (pintor francés de fines del S XIX y principios del S XX):
“Recordad que un cuadro, -antes de ser un caballo de
batalla, una mujer desnuda o cualquier otra anécdota-, es esencialmente una
superficie cubierta de colores armonizados en un cierto orden”
Este “cierto orden” es nuestro problema, porque es la
gramática y la sintaxis del lenguaje de la pintura. Es siempre un orden
abstracto, no representativo, porque es un orden entre los elementos que
componen el lenguaje de la pintura, que son la forma y el color.
Cuando hablamos de pintura, estamos abarcando
también al dibujo, cuya materia son forma y valor. El valor, la traducción del
color a gris, es uno de los componentes del color, es una de sus dimensiones, y
es por eso que la pintura incluye al dibujo, a pesar de que este último tenga
una existencia autónoma como disciplina artística.
"Cuando el color tiene su mayor riqueza, la forma tiene su plenitud"
Paul Cézanne
Forma y color son dos elementos interrelacionados,
fusionados, porque el color hace a la forma y la forma al color. Los dos
conceptos están tan íntimamente relacionados que es imposible separarlos por
completo; nunca se nos aparece un color sin forma, ni una forma sin color. Asimismo, el tamaño de una forma influye en el modo de
percepción del color que posee, así como el color que posee y el contraste a que
se ve sometido modifican la percepción de la forma. Es el mismo tipo de
relación que existe entre forma (entendida como representación) y contenido. Es
una relación de interdependencia. Toda forma tiene un color, y todo color se da
en una forma, modificándose recíprocamente en el momento de la percepción. En
la naturaleza son una sola cosa, sólo los podemos separar especulativamente,
para analizarlos.
En toda pintura hay una pintura abstracta, ya sea
una pintura informalista (y en este caso es abstracta en el sentido de no
figurativa o no representativa), o si se trata de una pintura figurativa, en
cuyo caso, además de la representación está jugando el ordenamiento de formas y
colores que es siempre abstracto. Además de ser una mujer desnuda, y sin dejar
de serlo, es una relación de colores y
formas en un cierto orden y por lo tanto es abstracta. Con el mismo criterio
podemos decir que toda pintura es figurativa, aunque no representativa, ya que
incluso en una pintura informalista, las manchas de color tienen forma.
Nuestra materia de trabajo en este texto es el juego
abstracto de los elementos del lenguaje de la pintura. Para eso,
lamentablemente vamos a usar reproducciones, y digo lamentablemente porque,
coincidiendo con Robert Hughes (crítico e historiador de arte), “la
reproducción en arte siempre es paralizante, mientras que el arte real es
liberador”. También Hughes habla de la presencia de una pintura, que implica su
tamaño, y un asomarse al proceso de ejecución, ambos aspectos que se pierden
totalmente en una reproducción.
No debemos olvidar nunca que la real experiencia de la pintura es cuando la vemos directamente, en su realidad física.
Pero por el momento, y a modo de ejemplo, vamos a servirnos de imágenes.
Imágenes de imágenes, en las cuales vamos a intentar leer como en un libro la
historia del arte.
Los elementos del lenguaje, forma y color siempre
fueron usados con una intención expresiva, y es esta intención expresiva la que
determina ese “cierto orden” del que hablaba Maurice Denis.
La intención expresiva es, de alguna manera, el hilo
en el laberinto. ¿Cómo elegir, modificar, editar la formas y los colores sin
una intención expresiva?. Las posibilidades de selección y de alteración son
innumerables.
La intención expresiva es la intención de revelar el
carácter esencial de algo con mayor claridad o énfasis. Incluso entre los
pintores realistas, el hecho de elegir un aspecto de la realidad para ser
pintado implica ponerlo en relieve, destacar uno por sobre otros aspectos.
En función de esta necesidad el artista modifica
sistemáticamente las relaciones entre los elementos de su lenguaje. Relaciones
que, como dijimos antes, son de diferencia, de oposición o de semejanza.
El lenguaje visual nunca es absoluto, siempre se
maneja en términos relativo; esto lo podemos ver cuando consideramos las
relaciones de tamaño, de claro y oscuro, de temperatura, de dirección,
etcétera; una forma no es grande en sí misma, sino en relación con otra que es
más pequeña que ella; un valor no es claro en sí mismo, sino en relación con
otro más oscuro, y así sucesivamente.
Como resultado de establecer este tipo de relaciones,
obtenemos un todo conformado por partes que se relacionan entre sí, lo que
constituye una estructura.
Una estructura implica variedad en la unidad.
Según André Lhote en su Tratado del Paisaje, “el
ojo, órgano tiránico, exige a la vez ser excitado por la variedad de los elementos
puestos en juego y tranquilizado por algunas imágenes situadas con acierto.
Ante una superficie dividida en fragmentos orientados en todo sentido, una hoja
de papel ajada, por ejemplo, el ojo se turba; le cuesta seguir las líneas que
ninguna ley evidente organiza, y no tarda en desinteresarse del espectáculo. Al
contrario, ante una superficie dividida de acuerdo en una ley demasiado
aparente como un piso embaldosado o una reja, el ojo, insuficientemente
solicitado, permanece indiferente”.
Y continúa: ”al contrario de lo que cree el profano,
lo esencial del arte no es imitar la naturaleza, sino poner en obra, con el
pretexto de la imitación, elementos plásticos puros: medidas, direcciones,
adornos, luces, valores, colores, materias; distribuidos y organizados de
acuerdo con los dictados de las leyes naturales”
Y acá volvemos a nuestro viejo “cierto orden”.
El orden plástico no es igual o idéntico al orden de
la naturaleza, pero es equivalente.
La verdad desde el punto de vista físico no coincide
con la verdad visual; una mesa cuadrada tiene los lados de su tabla de igual
tamaño y paralelos entre sí; la representación visual de esta mesa puede tener
lados de diferentes tamaños y direcciones no paralelas. Así también, la
simetría de un objeto industrial puede, desde el punto de vista visual, no ser
tal.
Como ya dijimos, el orden visual se define por
relaciones. Como el arte es ficción, puede y debe ejercer el derecho de extraer
de la naturaleza algunas relaciones y desechar otras. Se puede ejemplificar con
la imagen de la pesca. Si yo echamos al agua una red de grandes agujeros, sólo
vamos a pescar peces grandes. Si pescamos con caña y anzuelo de mosca o
cucharita, podremos pescar peces curiosos como las truchas. Según lo que se
pretenda pescar es el tipo de anzuelo o medio de pesca que usaremos.
Lo que pretendemos pescar es el equivalente a
nuestra intención expresiva, y para llevarla adelante, es necesario mostrar y
ocultar, exagerar y negar.
Ahora bien, sea lo que sea que uno vaya a buscar en
la naturaleza, (relaciones de valor, de tono, de temperatura, etc.,) éstas se
van a regir por las mismas leyes de la naturaleza, porque así es la manera en
que vemos, y así es como entendemos la belleza, como variedad en la unidad.
Esta variedad en la unidad tiene relación con los
tamaños parciales de cada zona, o de cada forma, y por lo tanto, con la medida.
Si los tamaños son iguales, el resultado es la monotonía. Si son desiguales,
crea un interés. Pero en la desigualdad debe haber un orden: algo domina, otra
parte se subordina. Si las partes son iguales, y no hay dominante, el campo
plástico se parte, se divide, se pierde
su unidad. A partir de estas relaciones de tamaños se arman las zonas de valor,
de temperatura, de tono, de saturación, que conforman estructuras.
También lo dice Lhote: “el arte de dibujar y pintar
extrae sus leyes profundas de la morfología”
Muchos estudiantes de arte de hoy son reacios a
estudiar un modelo, sea éste un paisaje, una naturaleza muerta o una figura.
Sin embargo, este trabajo es imprescindible.
Cuando decimos que es necesario aprender a ver está
implícito que en el hecho de aprender hay algún tipo de guía. Esta guía puede
ser un maestro, un profesor, o los mismos cuadros de otros pintores, es decir
la pintura hecha hasta hoy, y en ese caso los maestros son los pintores que los
pintaron.
En todos los casos, es necesario el modelo para
poner una referencia objetiva, donde las relaciones, ya sean de tamaño,
dirección o contrastes, puedan ser reconocidas y confrontadas por maestro y alumno.
En el caso particular del color, el modelo, además
de decirnos qué es más cálido o más frío, más claro o más oscuro, nos da una
organización de cada una de las dimensiones del color en zonas, nos da el tono
dominante, los subordinados, el acento; los tamaños de cada color y así, nos
enseña a elegir, a componer. Del modelo aprendemos las leyes de comportamiento
del color que luego podremos variar a nuestro antojo, en función de nuestra
intención expresiva, pero cuyas relaciones debemos respetar.
El modelo nos muestra también que todas las formas
son abiertas, que en algún punto de su recorrido el contraste se achica, la
diferencia entre la forma y su fondo desaparece, se hace pasaje, o directamente
el contraste se invierte y lo que era, por ejemplo, oscuro sobre claro se hace
claro sobre oscuro, y es allí que la forma se abre a nuestros ojos.
El resultado del juego de todos los componentes del
lenguaje plástico da como resultado la composición del cuadro. La composición
es la manera en que está organizado el cuadro.
Aprender a dibujar y a pintar implica aprender a ver.
Es necesario dejar de lado lo que sabemos, lo que conocemos del mundo, para
mirarlo como si se mirara por primera vez.
Las verdades del arte pueden ser contradictorias
pero todas verdaderas. En el arte coexisten, conviven, distintas verdades, no
hay un sola verdad, ni una sola forma de pintar
Incluso hay verdades temporales, que valen por un
tiempo y luego ya no.
Hay tantas verdades como pintores y más aún. Cada
pintor elige, en su diálogo con la naturaleza y con la historia del arte, su
particular manera de pintar así como los contenidos de su pintura y le da el
rol de protagonista en su pintura.
Es un diálogo entre tres puntos de un triángulo:
naturaleza, historia del arte, artista.
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